Una mujer vino del centro del país a Lima, y conoció a un hombre malo, el cual, hiriéndola en su corazón, la golpeó y se fue, dejándola vacía, como media muerta.

Aconteció que un sacerdote católico pasó cerca de ella y, luego de preguntarle cómo se encontraba, la animó a que pudiese acercarse a Dios después de esta mala experiencia. Le explicó que en Dios podría tener paz, le alcanzó el número del grupo parroquial más cerca de su casa y le dijo que esperaba verla en misa. Después de eso, pasó de largo.

Asimismo, un pastor evangélico, llegando cerca de aquél lugar, y viéndola, le obsequio una Biblia, y exhortándola al arrepentimiento, le compartió el plan de salvación en cinco pasos e hizo con ella una oración para que Dios entrara en su vida. Le dijo que vaya a la iglesia y que procure no pecar más. Después de ello, pasó de largo.

Pero un homosexual, que iba de camino, vino cerca de ella, y fue movido a misericordia; y acercándose a su corazón, curó sus heridas escuchándola en silencio; y acompañándola por el camino, le explicó cómo distinguir a los hombres buenos de los malos; se hizo su amigo y la la acompañó a casa, para que estuviera segura.

Otro día -como muchos otros futuros días- fue a visitarla, llevándole un obsequio.

¿Quién, pues, de estos tres, te parece que fue el prójimo de la que cayó en las manos del hombre malo?...

"Ve y haz tu lo mismo" (Lc 10:37)