ya acabó su novela

GÉNERO Y BIBLIA (VI): MASCULINIDAD Y CULTURA DE VIOLACIÓN

Publicado: 2019-12-05

Frente a una cultura de violación, es necesario confrontar la mentalidad masculina con dos tipos de violencia, el abuso sexual y la violencia por omisión, para lo cual nos valdremos del relato bíblico de “Amnón y Tamar”. La intención es revivir el drama de la protagonista a partir del relato y buscar sus aplicaciones actuales a fin de disponer a los varones para actuar en medio de una sociedad en la que la violencia se encuentra institucionalizada.  

El relato sobre Amnón y Tamar se encuentra en 2 Samuel 13:1-12. Este se inserta en un contexto narrativo que describe los conflictos políticos y familiares del Rey David. La causa de los problemas -ello también nos interesa desde la perspectiva del análisis de las masculinidades- está en la situación matrimonial tan compleja de David, quien tomó diversas esposas según lo exigían sus desplazamientos y las circunstancias. De esta situación surgen las rivalidades, pues la sucesión hereditaria resultaba competitiva para los diversos hijos mayores de las respectivas esposas que tenían aspiraciones al trono. Además, el relato sobre Amnón y Tamar continua la narración acerca de cómo la lujuria (2 Sa 11:2-5; 12:9) condujo a David a cometer el crimen (11:14-15; 12:9) de un hombre justo (11,8-13). El Rey destruyó una familia (12:10) y trajo consecuencias desgraciadas sobre la suya propia (12:11). El narrador, por otro lado, parece intercalar en la secuencia reseñas de conflictos militares con reseñas de conflictos familiares (cf. 10:6-11:1 y 11:21; 12:26-31 y 13:1-22). Los capítulos 13-14 tienen gran similitud con los anteriores 11-12. Los dos primeros (11 y 13) cuentan la historia de un abuso y un crimen. En los dos segundos (12 y 14) se comienza con una parábola, planeada por Natán y Joab, respectivamente, que sirve para abrir los ojos del rey y moverlo hacia una decisión equilibrada. Así pues, el reinado de David sobre todas las tribus de Israel y de Judá está repleto de enfrentamientos, tanto dentro como fuera de su casa. Paradójicamente, el momento más esplendoroso del reino en su historia está viciado de disputas e intrigas. No se puede, por tanto, desvincular el doloroso incidente de Tamar, de todos los sucesos vividos por una familia saturada de violencias. Como cualquier víctima de violencia hoy, existe un contexto de violencia estructural del que Tamar es parte.

Nuestro interés será el de analizar el papel que desempeñaron los varones en el relato del abuso sexual hacia Tamar, lo que permitirá reforzar el objetivo principal de esta meditación: que los hombres cuestionen su indiferencia, la cual los convierte en cómplices, para convertrise en agentes activos contra la violencia. Nuestro análisis será desde el punto de vista de cada uno de los personajes en esta terrible historia.

La historia de Amnón y Tamar

2 Samuel 13:1-12 cuenta la historia de Amnón, uno de los hijos del rey David, que estaba enamorado de su medio hermana Tamar (v.1). El texto es descriptivo respecto de este sentimiento de enamoramiento: “Amnón se enfermó de angustia al pensar que le sería muy difícil llevar a cabo sus intenciones con su hermana” (v.2). Sin embargo, como podemos deducir del propio relato, este sentimiento es egoísta y utilitario, pues desembocará en una violación (v. 13 y 15). La de Amnón es una masculinidad que sexualiza y ve a la mujer como un objeto, pero tales formas de valorar a la mujer se esconden tras la fachada de un “enamoramiento”. Luego de la violación, el verso 14 dice que “el odio que sintió por ella después de violarla fue mayor que el amor que antes le había tenido.”, hecho que describe con largueza la personalidad narcisista del abusador quien, una vez que posee a Tamar, la desecha, considerándola más un objeto que un “otro” digno de amor y respeto. Por otro lado, la “enfermedad” y “angustia” que le produce tal “enamoramiento” es la muestra de una masculinidad atrapada y sometida por sus propios instintos sexuales. Asimismo, el texto indica que le era difícil a Amnón llevar a cabo sus intenciones con su hermana. Ello porque el incesto estaba condenado por la ley (Lev. 18:6). Se trata de un delito, lo que ha hecho Amnón equivale hoy en día a un delito de abuso sexual.

Ahora bien, Amnón tiene un amigo llamado Jonadab, quien era a su vez primo de Tamar y a quien se califica como “astuto” (v.3). Sin embargo se trata de un varón que privilegia las relaciones cercanas con Amnón a la ética y la justicia. Actúa como un instigador, un mal consejero que utiliza su inteligencia para el mal. Es una masculinidad cómplice de la violencia.

Tamar aparece como la víctima de varios personajes hombres que abusan de su poder sobre ella. El principal abuso de poder, aquí, no es solo el de la fuerza física, sino el de la confianza: ella no sospecha del plan porque se trata de varones que son su propia familia. La defensa de Tamar pasa, en primer lugar, por la persuasión: hace ver a Amnón que su acto es infame (“¡No cometas esta infamia!”), aludiendo así al delito de incesto. Sin embargo, Tamar es una mujer sometida a las reglas patriarcales de su tiempo, lo que limita su defensa. Así, apela a los códigos culturales de su época, en las que una mujer no casada y que no es virgen es vista con deshonra: “¿A dónde iría yo con mi vergüenza?”. Además, ofrece a Amnón una salida que busca preservar los códigos de honor de ese entonces: “Yo te ruego que hables con el rey; con toda seguridad, no se opondrá a que yo sea tu esposa.”, aunque ello no haría la situación menos terrible. Tamar está atrapada en una cultura patriarcal que no le garantiza derechos para defenderse. Luego del abuso, Amnón opta por votar a Tamar de la casa. Este acto constituye un segundo acto de violencia. Echarla, luego de haberla deshonrado, implicaba quitarle su protección social. De este modo, él no se hacía cargo de su acto y ella, sin su virginidad, perdía la posibilidad de contraer matrimonio y el riesgo de ser ajusticiada. Con notoria cobardía, el príncipe ordena a su siervo que saque a su hermana de su dormitorio y que luego cierre la puerta (13:17). La descripción espacial nos sugiere cómo acaban los personajes: Amnón, encerrado en sus caprichos e inmoralidades; Tamar, repudiada, es arrojada como un objeto ya sin uso afuera, a un futuro incierto y con seguridad lleno de dolor.

Posteriormente, entre en escena Absalón, medio hermano de Amnón, quien se encuentra con Tamar. La forma como éste recibió la noticia del abuso de Amnón se retarda un instante (13:22). Antes, se advierte al lector que la noticia llegó a oídos del rey (13:21). Absalón no hablará del suceso con su hermano, se mostrará indiferente. El texto dice: «no hablará palabra ni mala, ni buena». Se gesta un silencio total y aparentemente indiferente, que solo alimentará su odio hacia él. Amnón decide no denunciar, sino vengarse personalmente con una actitud muy típica de la masculinidad machista: hacer uso de su agresividad y violencia. Absalón, como conocemos, seguirá haciendo crecer la ola de violencia: asesinará a su hermano (cf. 2Sa 13,23-29).

Respecto a David, no se describe ninguna respuesta, solo se advierte que se enojó. La recepción de lo ocurrido por parte de su familia fue totalmente contraria: le impusieron a Tamar el sigilo y no realizaron ninguna acción de justicia; sobre todo, siendo el rey quien tiene la posibilidad de administrarla. El mundo de los varones que rodean a Tamar prefiere cuidar las apariencias y no se anima a sanar las heridas abiertas; al contrario, las tapa sin permitirles cicatrizar.

Tamar es dejada herida en la desolación y soledad, sin que nadie se esfuerce por ayudarla a sobreponerse a los efectos de tal atropello. Tamar es privada de su juventud, de poder llegar a experimentar alguna vez una relación saludable con algún hombre.

Una lectura actualizada del texto

El relato bíblico que hemos comentado nos invita a empatizar con la víctima de esta terrible historia, pero también a examinar nuestra responsabilidad como varones ante una cultura en la violencia sexual es, lamentablemente, frecuente.

Así, a la luz del pasaje estudiado, es posible identificar a los diferentes actores en una cultura del abuso. AMNON representa a aquellos que ven a la mujer como un objeto sexual que se usa y se desecha. Él está presente hoy en: perversos abusadores de mujeres, maltratadores de mujeres, niñas y niños, violadores de menores, hombres que violan a sus esposas, hombres que obligan a sus esposas a tener relaciones sexuales contra su voluntad y sin su consentimiento, el profesor que en las instituciones educativas acosa sexualmente a las alumnas, el profesor de universidad que chantajea sexualmente a las alumnas por una nota, cualquier persona que insinúa a las niñas, adolescentes o señoritas, con proposiciones sexuales u obscenas, productores, distribuidores y consumidores de material pornográfico, quienes practican relaciones incestuosas, los pedófilos y quienes practican los delitos cibernéticos como el Grooming o bullyng…

JONADAB representa a los alcahuetes de los abusadores, a quienes propician el sexo fácil, quienes cavilan cómo hacer de la víctima una presa fácil. Aquellos que producen material pornográfico, promueven la producción y distribución indiscriminada de preservativos. Aquellos que permiten que el “hijo de” quede impune en nuestra sociedad injusta. Podemos encontrar a Jonadab hoy en las personas que celebran las hazañas y conquistas sexuales ilícitas de otros, en los malos consejeros que llevan por el mal camino a niños, jóvenes y adolescentes, medios de comunicación que difunden material pornográfico o de sexo de forma indiscriminada, promotores de prostíbulos y de corrupción de menores, quienes explotan a menores de zonas rurales en bares clandestinos, en la prensa sensacionalista que explota la figura de la mujer como objeto sexual, en abogados que aconsejan cómo ganar un proceso judicial sabiendo que el procesado es culpable, en proxenetas y productores de pornografía por Internet, autoridades u operadores de justicia que ocultan pruebas que confirman la violación...

Por su parte, ABSALON está presente hoy en el familiar que prefiere callar en lugar de denunciar hechos de delitos sexuales; en la madre que persuade a la hija abusada sexualmente por su padrastro para defender a su esposo o conviviente; en la sociedad indiferente ante la problemática de la alta tasa de abuso sexual infantil; padres de familia o maestros que callan ante un hecho de abuso sexual a menores; familiares de todas las víctimas de abuso sexual que no hicieron nada por la restauración de las mismas; padres o hermanos que recuerdan constantemente a la niña o adolescente que fue abusada, haciéndola sentir culpable; padres que exponen al peligro de incesto a sus hijos no teniendo cuidado en la distribución de los dormitorios de los mismos o no considerando las edades y los impulsos sexuales naturales; padres que confían demasiado en el cuidado de sus niños a personas mayores.

Hoy DAVID está representado tanto en los padres descuidados y encubridores, como en las autoridades que tratan este delito con negligencia, injusticia y falta de celeridad; aquellos que cometen tremendos desaciertos en los interrogatorios a las víctimas, que demoran a propósito u ocultan exámenes médicos o expedientes de los casos de abuso sexual a cambio de dinero; padres que no denuncian la violación de su hijo o hija por evitar el escándalo, prejuicios o machismo; el policía que se muestra indiferente ante una denuncia de acoso sexual o tentativa de violación; los legisladores que promulgan leyes muy blandas para los violadores; jueces o fiscales que muestran falta de celeridad en los procesos contra el honor sexual o que absuelven a los verdaderos culpables;

Finalmente, TAMAR representa a todas las niñas, adolescentes y mujeres que son abusadas sexualmente en todas partes del Perú; a las mujeres víctimas de violencia sexual no atendidas debidamente por la administración de justicia; mujeres y niños víctimas de violencia familiar; mujeres y niños maltratados por sus familiares o extraños; mujeres y niñas que denuncian la violencia contra ellas, pero nadie les cree.

Como podemos advertir, la Biblia nos permite efectuar a una actualización de sus contenidos en torno a un pasaje sobre violencia sexual, interpelándonos de la siguiente manera. Tamar es el símbolo de la mujer sometida a los dictámenes culturales de los varones de su casa (y de la política). Como varones, ¿de qué lado vamos a estar?, ¿incurriremos en el silencio cómplice y violento?

BIBLIOGRAFÍA

Para este texto me he valido de muchas de las ideas presentes en:

Carriel, Loida y Camarena, Abdón (2009). El Abuso Sexual Infantil – Pastoral Urgente a Este Grupo Vulnerable. Huánuco: Paz y Esperanza. 

Verdini, Leandro (s/f). El grito de Tamar. Disponible en internet en: file:///C:/Users/13523/Desktop/CONSULTORÍA%20FH/El_grito_de_Tamar_2_Samuel_13_1-22.pdf 


Escrito por


Publicado en

El Eremita

Blog sobre religión, para una reforma de lo religioso en contextos plurales y secularizados