Oración de la debilidad
Señor, no me abandones a mí mismo.
Alumbra mi ser, para que pueda verme y ver con claridad.
Porque lo que no quiero hacer, eso hago;
lo que debería decir, eso callo;
lo que debería sentir, no lo siento.
Señor, líbrame de la inconsistencia
que proviene del miedo a los hombres.
Porque puedo aprender de todos ellos
sin tener que ser otro por ellos.
Puedo comprenderlos
sin tener que ser como ellos.
Haré como tú: en el rechazo hacia lo que soy
encontraré a los que me aman.
Señor, del impulso, líbrame.
Mi debilidad confesaré a los que te aman.
Me rodearé de tus ritos, músicas y palabras.
Mi cuerpo será tu liturgia.
Por mi vida, no me quedaré con el tallo: arrancaré las raíces.
Tu llamarada tocará mi corazón para asistirme.
De cualquier saber que me auxilie, nunca me apartes
hasta que diga: me vencí a mí mismo.
Señor, de la opresión, líbrame.
Tú me enseñaste de los que me dañaron
a no ser como ellos.
En las lágrimas me mostraste cómo quería ser consolado
para aprender hacerlo.
La hambruna me enseñará a saborear tu justicia.
Amén.