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Foto: la Conversión de San Pablo por Caravaggio

¿SER O NO SER EVANGÉLICO?

Publicado: 2022-11-12

Me considero un evangélico heterodoxo, pero evangélico al fin y al cabo.

Heterodoxo, porque de la teología evangélica me he desligado ya, esto es, de las reminiscencias fundamentalistas que existen en su manera de interpretar la Biblia. Habiéndome despedido ya del dogma de la inerrancia, me considero un cristiano protestante (¡un cristiano metodista!) que interpreta la Biblia -pero sobre todo la vida- contextualmente, es decir, a la luz de la tradición histórica, la experiencia y la razón, con el espíritu abierto siempre a aprender, no sin cuestionamiento, de otras religiones, culturas, ciencias y saberes. ¡Ah!, pero es increíble como esta pequeña diferencia teológica me permite interpretar la vida misma de manera tan alejada a las posturas institucionales evangélicas, al menos en el Perú.

Y, sin embargo, haber renunciado a esa teología no hace que deje de ser evangélico, porque conservo dentro mí aquel eterno énfasis en la imposibilidad de vivir la buena nueva siendo un mero cristiano "nominal" (en el catolicismo se suele decir "no practicante") y sin reconocer mi propia debilidad (algo que yo llamo "el escepticismo de la voluntad", pero que no es otra cosa que la consecuencia de la doctrina paulina de la justificación por fe). Esta suerte de coherencia en la conciencia de mis limitaciones como ser humano trae paz, autenticidad y sencillez a mi vida, las que a menudo se traducen en una poderosa sensibilidad para ser conmovido para encaminarme hacia el bien, un carisma que me permite llegar a las personas con sensibilidad y ser recibido por ellas con apertura (sea para animarlas o cuestionarlas).

Pero si ahondo aún más en mi religión interior, encuentro, además, un triple legado evangélico: la experiencia carismática (o pentecostal) del Espíritu, la práctica de la hermandad entre personas extrañas y distintas, y el impulso a invitar a otras personas a que experimenten el evangelio en el que he creído. Por supuesto, mi propia comprensión y práctica de la mística, del amor a otros y de la evangelización han cambiado a lo largo del tiempo, pero no han dejado de formar parte de mi espiritualidad evangélica.

En suma, si bien he renunciado a una teología evangélica, aún conservo una espiritualidad evangélica, por lo que no puedo dejar de definirme como cristiano evangélico. Soy, por tanto, un evangélico heterodoxo, pero evangélico al fin y al cabo.


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El Eremita

Blog sobre religión, para una reforma de lo religioso en contextos plurales y secularizados