Hermana de cristal
Cánsate de los niños, hermana mía,
y del coro, y del vaso frágil,
y del cristalino féretro que te hicieron
los que temen a la luna.
Me compadece tu pobreza (que es también la nuestra),
pero de ella solo el suspiro que no salva a nadie.
Me enfurece la voz escondida tras la guitarra
que acompaña con su música toda la sangre derramada.
Mira que soy tu hermano, que por avivarte todos me odian,
que he vivido enamorado de la palabra
escondida en tu silencio rosado.
Mira que feroces intérpretes han sabido desgastarme,
es que endiosaron la letra otorgándote el lugar
que tú resignada aceptaste.
Pero yo soñé que acudías en mi ayuda con tus flechas,
ví tu fuego caer sobre nuestros adversarios
cuando predicabas desde lo alto…