Reinterpretando pasajes bíblicos que subordinan a las mujeres
Biblia y cultura
La Biblia es Palabra de Dios en palabras de hombres. No es Palabra de Dios solamente, porque ella no fue escrita directamente por Dios, sino por personas influenciadas por sus propias concepciones culturales. Al mismo tiempo, la Biblia no es solamente palabra de hombres, ya que sus autores fueron divinamente inspirados (2 Tim 3:16). En la Biblia, por tanto, el mensaje divino está mediado por la cultura humana. Tal ha sido la postura común de todos los cristianismos existentes (católico, protestante y ortodoxo).
Es importante reconocer que la estructura familiar, los roles de los miembros de la familia, las relaciones de autoridad, la subordinación de la mujer, entre otras características de la vida familiar que aparecen en la Biblia, ya se encontraban presentes al momento en que los autores bíblicos dieron su mensaje. El mensaje de salvación operó sobre contextos culturales ya preestablecidos en los que la mujer era considerada inferior y subordinada al varón. Lo esencial, por tanto, en nuestra intención de seguir las enseñanzas de la Biblia, no es la de imitar los modelos, conductas o categorías culturales que aparecen en ella, sino intentar desentrañar el mensaje dado en y para estos contextos. Así, por ejemplo, Colosenses 4:1 señala: “Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos.”. Este texto no debería significar que la esclavitud debe ser algo que debemos imitar (la esclavitud era una situación cultural preexistente al mensaje dado en Colosenses), pero si debemos captar aquí un elemento novedoso y contracultural: se está pidiendo a los amos que traten bien a sus esclavos por cuanto ellos mismos son esclavos para con Dios. El mensaje bíblico aquí (la igualdad) es claramente diferenciable de la cultura bíblica (la institución de la esclavitud). Esta misma lógica debe aplicarse a los pasajes referidos a las mujeres.
La cultura patriarcal: los códigos domésticos
El patriarcalismo bíblico se caracteriza por el privilegio del varón adulto como superior a otro tipo de personas (mujeres, niños y esclavos) y por las relaciones jerarquizadas de poder. Para saber cómo este operaba en la práctica es necesario tomar conocimiento de los códigos domésticos de la época. Los códigos domésticos consistían en aquellas normas o convenciones sociales que reflejaban, en la época greco-romana, la estructura del hogar familiar. Los códigos domésticos planteaban el ideal familiar de la época. Pensadores como Aristóteles, Filón, Cicerón, Tácito, Séneca, Dión, entre otros escritores y moralistas del primer siglo tuvieron una profunda influencia en la creación de estos códigos, así como en su justificación racional (Tamez; Foulkes).
Uno de los principales ideales de estos códigos era la conservación de la jerarquía y del gobierno del padre para el buen funcionamiento del hogar. Según los códigos, la familia, entre otros elementos, estaba conformada por tres relaciones jerárquicas de poder: esposo/esposa, padre/hijos, amo/esclavos, en todas las cuales el padre era la suprema autoridad. Esta visión jerarquizada de la familia aseguraba el orden social, en la medida en que la ciudad, para su adecuado funcionamiento, también debía conservar la sujeción y obediencia al gobernante. Los códigos domésticos reforzaban, pues, el patriarcalismo.
A) COMENTARIOS A 1 Corintios 11:3-16
a) Este pasaje se centra en una controversia muy puntual: si las mujeres de la iglesia de Corinto debían orar y profetizar (v. 4) con velo o sin él. No se trata, pues, de instrucciones acerca de la relación hombre-mujer dentro del matrimonio, sino de una cuestión que atañe a las buenas costumbres de las iglesias (v. 16). En consecuencia, derivar enseñanzas matrimoniales de un pasaje como este no resulta ser adecuado.
b) Tratándose de 1 Co 11:3, es preciso profundizar sobre el significado del término “cabeza” (kephale):
• La palabra “kephale”, que literalmente en el griego significa “cabeza”, suele utilizarse en dos sentidos: el primero, tiene una connotación de jerarquía, que bien podría traducirse como “jefe” o “líder”, mientras que el segundo sentido alude a la “fuente” u “origen” de algo o alguien. Cabe señalar que la traducción de este término en el segundo sentido antes señalado es la que predomina en la Septuaginta.
• De acuerdo con este segundo sentido de kephale, las relaciones de las que hable este versículo son cronológicas, en tanto que significan la “fuente u origen de vida”: Cristo es la fuente de vida de todo varón, en tanto que el varón lo es de toda mujer (puesto que, según el relato del génesis, la mujer fue creada de una costilla del hombre). Asimismo, Dios es “cabeza de Cristo” en tanto que este tiene su origen en aquél (Jn 1:18).
• Asimismo, el apóstol argumenta especificando la relación de igualdad entre hombre y mujer (v. 11,12). Para ello, utiliza el verbo proceder: “…la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer, y todo procede de Dios”. Ello constituye un punto en favor de la interpretación que asevera que el apóstol, al utilizar el término kephale, se refiere a relaciones de origen y no de jerarquía.
• También existe un argumento teológico en favor de esta postura: de aplicarse el término “kephale” en un sentido jerárquico, ello implicaría que haya una relación de jerarquía entre las personas que componen la trinidad (Recuérdese que el pasaje indica que “Dios es cabeza de Cristo”). Pero enla trinidad no hay jerarquías.
c) 1 Co 11: 7-9 señala que el hombre es la imagen de Dios, mientras que la mujer es la gloria del varón (v. 8 ). Asimismo, se indica que el hombre no procede de la mujer, pero sí la mujer del varón (v.9). Estas afirmaciones podrían interpretarse como el establecimiento de un orden divino en la creación, en el que el varón posee una posición privilegiada respecto de la mujer. Así pues, por tratarse del orden divino de todo lo creado, se podría justificar el liderazgo del varón en todos los ámbitos, incluyendo la familia. Sin embargo, cabe indicar que el pasaje finaliza con una visión igualitaria respecto del orden impuesto por Dios en la creación: en el Señor, hombre y mujer no pueden existir el uno sin el otro (v.11) y si bien la mujer procede del hombre, el hombre también procede de la mujer, pero ambos proceden de Dios (v. 12). Estas dos últimas afirmaciones se corresponden necesariamente con las primeras, asegurando así el principio de igualdad.
No obstante, cabe preguntarse por qué el apóstol haría inicialmente una serie de afirmaciones que darían a entender la posición privilegiada del varón en el orden de la creación (v.7-9), para después remarcar la posición de igualdad entre hombre y mujer (v. 11, 12). ¿Existiría aquí alguna contradicción? Evidentemente no, sino que es a través de las primeras afirmaciones que el apóstol utiliza las argumentaciones teológicas tradicionales (propias del judaísmo) con el fin de señalar que entre hombre y mujer existen diferencias naturales (las cuales se expresan en el orden cultural de la época, por ejemplo, en que el hombre debe usar el cabello corto y las mujeres, largo). Nótese como la costumbre del velo intenta justificarse a través de esta argumentación teológica tradicional (v. 10: “Por esta razón…”). Por su parte, la segunda serie de afirmaciones buscaría recalcar el principio cristiano de igualdad entre hombre y mujer.
Atendiendo al cuadro completo (compuesto, por un lado, por afirmaciones teológicas tradicionales sobre el principio de la creación, en correspondencia con aquellas otras que recalcan la igualdad entre varón y mujer), el apóstol estaría tratando de abogar por una postura que fundamente la igualdad entre hombres y mujeres, pero reconociendo, al mismo tiempo, sus diferencias. De ahí que no exista contradicción alguna y que no sea aceptable una lectura de los versículos 7-9 sin tomar en cuenta la de los versos 11 y 12 del pasaje.
d) La interpretación teológica que hace Pablo, aludiendo al orden divino establecido desde la creación, no constituye un argumento final y determinante para solucionar la controversia. Antes bien, él apela al sentido común de sus lectores (“juzgad por vosotros mismos” (v.13)) y a la sensibilidad cultural de su tiempo, indicando, finalmente, que se trata de una cuestión de costumbres (v.16). Ello nos llevaría a concluir y considerar la necesidad de otorgar cierto peso a las convenciones culturales de cada época y lugar para que la iglesia pueda dar un testimonio adecuado respecto de las relaciones entre hombre y mujer. Un criterio exclusivamente bíblico, que no valore positivamente las costumbres de la época, no haría justicia a la enseñanza de este pasaje.
B) COMENTARIOS A Efesios 5:21-33
a) Si bien Pablo establece relaciones de sometimiento mutuo (v. 21), asigna, empero, deberes diferenciados: la mujer debe “sujetarse” al esposo, mientras que aquél debe “amar” a la mujer. No obstante, este deber de sujeción que recae exclusivamente en la mujer (Ef 5:22) es propio del contexto patriarcal de la época.
b) La razón por la cual puede deducirse que este deber de sujeción obedece a la cultura patriarcal es en función de nuestro conocimiento de los códigos domésticos. La estructura de Ef 5:21- 6:9 refleja los deberes propios de estos códigos al aludir a las tres principales relaciones del paterfamilias con quienes vivían bajo su tutela: la esposa (Ef 5:21-33), los hijos (Ef 6:1-4) y los esclavos (Ef 6:5-9). Las recomendaciones dadas por el apóstol en este pasaje permiten observar que si bien se traza sobre la familia un principio de igualdad que ordena a sus miembros a establecer deberes de respeto e igualdad mutua (padre-madre; padres-hijos; padre-esclavos), la institución familiar sigue manteniendo esta estructura patriarcal. Sin embargo, lo novedoso, lo contracultural aquí, es el hecho de que los esposos deban amar a sus esposa, que los padres no deban exasperar a sus hijos y que los amos deban tratar fraternalmente a sus esclavos. El nuevo énfasis es la igualdad. Las jerarquías presentes en el pasaje ya preexistían culturalmente.
c) El fundamento divino que el apóstol utiliza para fundamentar las relaciones conyugales (La relación entre Cristo y la iglesia) está sujeto a una evolución que no es siempre percibida por los lectores. Si bien en una primera instancia el apóstol parte de las diferencias entre esposos (las acciones de Cristo) y esposas (las acciones de la iglesia) (v. 22-27), la analogía utilizada poco a poco nos va llevando al plano de la igualdad. A partir del versículo 28 se habla de un mismo cuerpo, para después pasar a una figura de unidad e igualdad plenas: “…serán una sola carne” (v. 31). Finalmente, el deber específico de sujeción que al inicio del pasaje recae sobre la mujer (v. 22: “jupótasso”), es finalmente reemplazado por el deber femenino del respeto (v. 33: “fobeo”), precisamente luego de que el apóstol ha dado cuenta de que las relaciones conyugales son un reflejo de la unión mística entre Cristo y su iglesia. ¿Por qué entonces al leerse este pasaje se suele colocar más énfasis en la sujeción de la mujer al esposo que en el respeto que ella le debe a este?
C) COMENTARIOS A 1 Timoteo 2: 9-15
a) El contexto de este pasaje es el de las luchas de poder en la comunidad de Éfeso en el que las mujeres pretenden imponerse en la asamblea. Frente a ello, la solución que impone el autor de la epístola es la de aplicar los códigos domésticos de la época para poner fin a un problema específico, reinterpretando, para tal fin, el relato del génesis (Elsa Tamez).
b) El autor aduce que el varón fue creado antes que la mujer y que esta fue engañada primero, lo que justificaría no enseñe ni ejerza dominio sobre el hombre. Conviene entonces preguntar: ¿la teología elaborada por el autor bíblico en estos pasajes se encontraba determinada por el contexto cultural en el que este se insertaba?, ¿la interpretación que el autor hace del Génesis era común en su tiempo?, ¿no influyó ello en la forma en que el autor hizo uso del mensaje divino para dar solución a las controversias de su comunidad? Nada impide afirmar que el autor de Timoteo aplicó, para la solución de la controversia, los cánones culturales de su época. Nosotros, sin embargo, precisamente porque se trata de cánones culturales, no tenemos que hacer lo mismo.