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Convicción, trascendencia y pluralismo: ¿es posible ser religioso sin dejar de ser auténtico? (I)

Publicado: 2023-05-24

En las siguientes líneas, me propongo esbozar una forma de comprender la religión anclada en la experiencia humana. Esta concepción, que llamo “cristianismo inmanente”, plantea una forma de comprender y vivir la religión de una manera diferente a la tradicional. Esta manera tradicional requiere de los individuos la aceptación innegociable de conceptos metafísicos (Dios, alma, cielo, infierno, milagros, etc.), de creencias o dogmas asociados con ellos (Dios dice esto o aquello sobre la mujer, las personas LGTBI, la sexualidad, la política, etc.), así como de una interpretación con pretensiones de verdad a cargo de un magisterio en base a las fuentes autorizadas (una única interpretación “verdadera” o “correcta” de la Biblia). Por supuesto, no estoy afirmando que la religión se limite a estas dimensiones -soy un convencido de que la religión es, ante todo, una experiencia personal-, pero lo cierto es que, aún con una experiencia religiosa de por medio, estas dimensiones parecen ser esenciales a la religión misma.

Sin embargo, resulta evidente que las tres dimensiones mencionadas -metafísica, dogma e interpretación única- son difíciles de aceptar para muchísimas personas. Esto no sin razón. La metafísica supone confiar en algo no comprobable; el dogma en creer algo sin objeciones y el magisterio en fiarse de seres humanos falibles que pretenden ser infalibles. Si reconocemos, además, que, históricamente, en toda religión los conceptos metafísicos, los dogmas y las interpretaciones del magisterio han cambiado o evolucionado, pretender ser religioso “a la manera tradicional” no solo parece ser ingenuo, sino, incluso, irresponsable. Por esta razón, no es un pecado afirmar que para muchos espíritus que pretenden ser auténticos no tiene sentido ser religioso. Más aún, para muchas personas que se consideran religiosas, ser religioso implica una suerte de “agonía”, en el sentido de lucha (en favor de la consistencia, de la racionalidad, de la forma en que opera la vida y la realidad), como alguna vez lo señaló Unamuno.

Para superar esta barrera relacionada con la increencia, la religión tradicional suele centrarse en los individuos a los que pretende alcanzar, sea amándolos u odiándolos, pero sin atacar el problema fundamental. Se les ama, respetando sus razones para no creer y haciéndoles el bien (sea o no con intenciones de evangelización). Se les odia, asumiendo que no quieren acercarse a Dios para justificar su licenciosa manera de vivir. Pero sea que se les ame u odie, el problema fundamental permanece y este consiste en el carácter pétreo de la metafísica, los dogmas y el magisterio como instancias desligadas de la experiencia humana, una experiencia que por su propia naturaleza es razonadora, cuestionadora y falible. En vez de reprochar a los individuos, los guardianes de la religión tradicional deberían reprocharse la manera en que conciben lo religioso y actualizar su comprensión. La veta que pretendo explotar, con relación a esta cuestión, es la necesidad de concebir de otra manera los aspectos metafísicos, dogmáticos e interpretativos de la religión para así demostrar que es posible ser religioso sin dejar de ser auténtico.

Lo que me propongo a continuación es describir un pequeño esbozo de esta nueva comprensión, sobre la base de tres conceptos esenciales. En mi esfuerzo por estimar la religión como cercana a la experiencia humana, hablaré de lo trascendente en lugar de lo metafísico; de la convicción en lugar de lo dogmático y haré referencia a lo plural allí donde se suele hablar de lo “infalible” o “verdadero”…


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El Eremita

Blog sobre religión, para una reforma de lo religioso en contextos plurales y secularizados